Perú es uno de los países más violentos contra la mujer. Grupos religiosos se preparan para tomar el poder. Pretenden llegar a la presidencia y su presencia en el Congreso ha censurado a dos ministros de educación.
Datos nacionales señalan que el 70% de niños y niñas sufren de bullying por no responder a los estereotipos de género y una de cada cinco niñas, sufren de violación sexual antes de cumplir los 15 años (OMS 2003). Asi mismo, al menos 130 mujeres mueren cada año a causa del feminicidio. esto hizo que el Ministerio de Educación implemente el mandato de Estado de una educación con enfoque de género. Grupos religiosos y opositores a estos avances se opusieron desde el Congreso de la República y desde los atrios de las iglesias católicas y evangélicas y aseguraron, con un discurso de odio, que se quería homosexualizar a los niños, censuraron así a dos ministros de educación. Primero a Jaime Saavedra y luego a Marilú Martens.
Estos grupos evangélicos, encabezados por el pastor Julio Rosas y Alberto Santana, tergiversaron el mensaje. Aseguraban que el Estado peruano promovía la “colonización ideológica y homosexual”. Se agruparon en un grupo “Con Mis Hijos no te metas” e inundaron las calles con mensajes en contra de la igualdad de género, negando una escuela transformadora y libre de violencia.
Para estos grupos ultraconservadores, tanto católicos como evangélicos la lucha contra el currículo escolar era solo una batalla más. Ya habían arremetido anteriormente en contra de la anticoncepción oral de emergencia, en contra del aborto en casos de violación sexual o por razones de salud y en contra de la educación sexual, con algunos éxitos, pero no suficientes para ganarse el apoyo de la población. Fue allí cuando se hicieron pasar por supuestos defensores de los hijos y como padres preocupados, mostrándose como víctimas de un Estado, que imponía el enfoque de género.
Esto los hizo ver ante sus feligreses como hombres y mujeres preocupados por algo tan valioso como la educación y dado el éxito que tuvieron, inmediatamente pensaron en la oportunidad política, al punto que activistas acérrimos en contra del enfoque de género se compraron su kit electoral para formar su propio partido político.
“Ellos solo quieren el poder”, asegura José Luis Pérez Guadalupe, exministro del interior.
Mientras tanto, estos pastores continúan cobrando millonarios diezmos, adquieren grandes coliseos para convertirlos en iglesias, convocan personas en condición de pobreza para que se conviertan en sus seguidores, firman pactos con líderes políticos, entre ellos Keiko Fujimori, rechazando la unión civil.